- Te dije que lo que Tú quisieras, pero no era de verdad. Y no quiero “culparte” ni enfadarme por no haber cumplido MI voluntad. Pero no puedo evitar sentir tristeza. Estás tan claro y evidente en las personas sin hogar, Dios Mendigo... Estaba tan segura de que me traías aquí, de la mano de Francisco, para estar con ell@s y así estar contigo. Me hacía tantísima ilusión, que no puedo evitar sentir rechazo por un voluntariado en un centro para hombres con discapacidad. Tú lo sabías, ¿por qué me haces esto?
- Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, lo comprenderás más tarde (Jn. 13, 7). ¿No me ves aquí, en estos hermanos tuyos que tienen la inocencia de unos niños y una ternura que me refleja? ¿No me ves crucificado y mendicante en ellos que también son excluidos y abandonados, quizás mucho más dependientes que aquellas personas que sufren la calle? ¿No encuentras una gran pobreza en carecer de salud? Haz el bien sin esperar nada a cambio (…) y serás hija de Dios (Lc. 6, 27 – 58).
- Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, lo comprenderás más tarde (Jn. 13, 7). ¿No me ves aquí, en estos hermanos tuyos que tienen la inocencia de unos niños y una ternura que me refleja? ¿No me ves crucificado y mendicante en ellos que también son excluidos y abandonados, quizás mucho más dependientes que aquellas personas que sufren la calle? ¿No encuentras una gran pobreza en carecer de salud? Haz el bien sin esperar nada a cambio (…) y serás hija de Dios (Lc. 6, 27 – 58).
