🔻"En esta hermosa Navarra,
tierra ideal donde nací.
En donde tengo mis amores,
donde siempre dichosa yo viví.
Hay una perla guardada,
con la que sueña mi ilusión.
Esta es Pamplona mi adorada,
a la que siempre quise con todo el corazón.
Pamplona,
Tú eres la perla del norte.
Un rinconcito de España,
donde se vive feliz.
Pamplona,
Dentro del alma te llevo.
Y aunque esté lejos, muy lejos,
Este año, más que
nunca, me da pena que se hayan terminado las fiestas de San Fermín.
He salido mañana, tarde y noche; he disfrutado de la calle, de lo
tradicional, de la música, de la gente. Los sanfermines son fiestas
tan especiales porque te invitan a vivir la calle por nueve días
rodeada de ese ambiente sanferminero que no se puede describir y sólo
lo entiende quien lo experimenta.
Y es que San Fermín es
muchísimo más que toros, abusos (o agresiones) sexuales y personas ebrias con
camisetas rosas, apestando a sangría. Porque,
desgraciadamente, la tauromaquia existe en muchos lugares de España
y del extranjero, el machismo y sus consecuencias es una ideología
generalizada a nivel mundial y beber alcohol de manera descontrolada
es una práctica de cualquier sábado noche para una parte de la
juventud de los quince en adelante.
San Fermín es mucho más
que la concentrada pestilencia a orín, la basura que se acumula al
lado de contenedores vacíos y l@s frances@s pesad@s que se
dedican a empujar en el “Pobre de mí”. Porque si las personas
cochinas, maleducadas y descerebradas volaran, no se vería el sol.
Aquí y en la China mandarina.
No. No se trata de
demonizar (aunque algun@s lo pretendan)
ni de idealizar las que son, sin duda, las mejores fiestas del mundo.
Lo que te llena de verdad
son los sanfermines de día, porque de noche es similar a
cualquier verbena, pero con la población multiplicada. Hay que saber
rodearse y buscar las actividades que marcan la diferencia.
San Fermín es,
principalmente, el santo morenico, -tan guapo él- y su procesión
del 7 de julio. Es visitarlo en su capilla, en la iglesia de San
Lorenzo, para pedirle que nos eche un capotico a l@s navarr@s y
a tod@s aquell@s
que así se sienten cuando Pamplona les acoge.
San Fermín es la
comparsa de gigantes y cabezudos. El rey y la reina europe@s, l@s
asiátic@s, american@s y l@s
african@s, símbolos de la
multiculturalidad que a l@s pamplonicas nos
gusta tanto. ¡Qué nadie me diga que ver danzar a l@s
gigantes es cosa de crí@s! ¡Es tan bonito! ¿Mi favorito? Selim–pia Elcalzao, el sultán árabe ¡con sus
chupetes atados al cinto!
San Fermín es el entrañable Caravinagre con el resto de kilikis pegando vergazos a
niñ@s y mayores, los zaldikos a caballo y la banda de música que
les sigue. San Fermín son l@s más
peques con sus familias abarrotando las aceras, acompañando a la
comparsa y los deseos de much@s por volver a la infancia.
San Fermín es madrugar, trasnochar y olvidar la siesta. San Fermín son los
almuerzos en cuadrilla y los churros -únicos en el mundo- de la
Mañueta. Son los globos de helio, la noria y las multitudes. Es soportar sin volver a casa, el calor y las tormentas. Son las joticas de las 12h en Paseo Sarasate con las que se
te pone el vello de punta, (¿quién decide que son para
la tercera edad?). Son los conciertos de txistularis y de las bandas
locales por el Casco Viejo. Son las peñas, sus txarangas y sus pancartas controvertidas. Los conciertos de la Pegatina. Es la música bailable de Antoniutti y
Plaza de la Cruz. Es perder la vergüenza y cantar, gritar y bailar
sin que nadie te mire como si estuvieras loca (y si te miran así,
poco importa). Es la tómbola de Cáritas y mi ilusión porque me
toque un robot de cocina que nunca llega. Son las barracas y el olor a fritanga. Son las cenas antes, durante o después de los fuegos de
las 23h en la Vuelta del Castillo y con buena compañía. Es el
“Pobre de mí” esperanzador en la Plaza Consistorial y aledaños
con sus cientos de velas y miles de pañuelicos de nuevo en alto, despidiendo las fiestas.
Es volver a quedar con amistades que no veías desde hacía un siglo.
Es ese sentimiento de pertenencia, de orgullo, de apertura que inunda
y colorea los corazones del mismo rojo del pañuelo.