Paco tiene el cabello de plata y el mar en la mirada. No sabe escribir, pero sus sonrisas se leen por sí solas y cuentan una historia con poquitas luces y demasiadas sombras.
Paco tiene las uñas muy negras de tanto extender la mano y no recibir más que monedas de sucias conciencias.
Paco sabe que se ha equivocado muchas veces, pero nadie le enseñó a vivir y tuvo que arreglárselas solo.
Paco no duerme y acumula sueños grises en las alforjas bajo sus ojos. Quizás, en otra vida, los pinte de colores para hacerlos realidad.
Paco no sabe llorar y piensa que si le quedase alguna lágrima por derramar, la vendería por tiernas caricias.
Paco sufre del corazón y el médico le ha recetado altas dosis de cariños, que no se lo entregue a cualquiera; pero Paco todavía no ha aprendido que ser egoísta sirve como mecanismo de defensa y da lo único que tiene: un corazón grande y rojo, una esperanza que no se marchita.
Paco sufre del corazón y el médico le ha recetado altas dosis de cariños, que no se lo entregue a cualquiera; pero Paco todavía no ha aprendido que ser egoísta sirve como mecanismo de defensa y da lo único que tiene: un corazón grande y rojo, una esperanza que no se marchita.
