miércoles, 14 de mayo de 2025

Cada vez que abro un libro de poemas

Poesía para hacer frente
a la desconfianza que genera el mundo,
a los fantasmas propios
y a las heridas ajenas,
a la amargura, a la soledad,
al abismo de las traiciones.

Al proselitismo y a la norma rígida,
a la necedad y a la malicia,
a los ególatras y a sus secuaces
ladrones de energía.

A la crueldad y a las máscaras.
Al ruido y a la prisa,
al burnout;
al dolor, la culpa y las cadenas.
A la podredumbre que carcome 
y a las sombras.

Poesía contra la dictadura de
la omnipotencia
la omnisciencia y
la opulencia.

Contra la obligación del estrés
para demostrar no sé qué
en nuestra sociedad del cansancio.

Contra el olvido,
contra la muerte.

Poesía para estar consciente,
vivir el presente,
aprender transparencia,
encontrar la luz,
reconquistar la Paz.

Para quererte,
reconocerse,
para redimirnos,
despertar la ternura;

para una mirada agradecida,
una mirada sin juicios,
una mirada que ve.

Para disfrutar la no-dominación:
cuidar de las hormigas 
igual que de las mariposas
y pensar con el corazón,
sintiendo con hondura.

Para comprender el lenguaje del agua,
del mirlo,
del roble.

¿Quién sino el poema me recogerá 
cuando el resto falle?

Poesía como bastión que permanece ante el derrumbe.
Como apuesta por lo no rentable,
por la fragilidad.

Poesía para conectarte por dentro
y para seguir creyendo.

Para preferir la periferia
y desear la intemperie.

Impulso que nos lanza a imitar al océano 
en su fluir, por momentos vehemente,
y también en su descanso,
en la suavidad con que la ola llega a la roca,
en su secreto de no saber de fronteras.

Poesía para mantener la esperanza
a pesar de los malos augurios,
de los discursos fatalistas,
de la ausencia de honestidad.

Para no hallar cobijo en lo gregario 
ni selectivo.
Para sobrevivir a la existencia mediocre de a veces.

Y cuando la oscuridad te asfixie,
la incertidumbre te doblegue,
la tristeza te marchite 
y las lágrimas te ahoguen,
recibe el abrazo de unos versos
y respira. De nuevo.

Poesía para una espiritualidad sana.
Para hablar con Dios
o para que Ella te hable.
Para descubrir la belleza
y la verdad buena.

Para regresar a la infancia
y ser inocente,
genuina
y valiente sólo por hoy.

Para ser menor,
para ser hermana,
para ser universal

y para ser libre 
-un poquito más cada día-.

Y ser eterna.

Poesía, estandarte de la alegría perfecta,
nacida de lo inefable,
fecunda de infinito;
compañera, confidente,
sin duda, amiga del verano y los jilgueros;
amante disidente de la rutina,
de lo sencillo y pequeño:

gracias por iluminarme las tinieblas,
gracias por salvarme la vida.


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