jueves, 16 de abril de 2015

Hay una historia detrás de la esquina

A Germán. A Antonio.

Para algunos era el trompetista en la esquina con el 7, para otros se trataba de un artista callejero que tocaba la guitarra en el parque de la Media Luna, mientras a sus pies, las palomas recogían las migajas de una vida hecha pedazos. Unos lo tenían como el borracho que cantaba fandangos los jueves a partir de medianoche y los niños lo veían como un señor extraño con olor a tabaco y sudor, de manos negras por nunca nada recibir y con los ojos claros de tanto llorar. Lo cierto era que Dante mentía en cuanto a su identidad, pero no me importaba; ni esa ni el resto de falacias que había inventado con el fin de evadirse de su realidad, de convertirse en una persona diferente a la que había sido durante toda su vida. Una vida que no le había dado segundas oportunidades para cambiar.

Había algo en su mirada que no podía describir con palabras. Una luz que penetraba en mi alma iluminando mi interior oscuro y maldito. Él me miraba y me hacía mejor persona. Me fascinaba su modo de sobrevivir a la soledad y a un mundo cada vez más ciego y sordo. Su risa, tan escasa, era el mayor regalo. Bastaba detenerse un instante para intuir que tras esa sonrisa melancólica, su ropa no era lo único que revelaba remiendos.

Y, aunque él lo ignorase, tenía tanto para dar...

Dicen que está loco porque ahora vive de sueños
Siempre perdido en su soledad
mujeres y amigos le abandonaron
con su guitarra busca la verdad
sólo ella sabe cuánto ha sangrado

(La Fuga)