domingo, 29 de agosto de 2021

Juana Jugan: humilde para amar

"Porque el mundo no siempre es un obstáculo para orar por el mundo. Si algunas deben abandonarlo para encontrarlo y alzarlo hacia el cielo, otras deben sumirse en él para alzarse, con él, al mismo cielo... Envueltas de barro, abrasadas por tu espíritu, unidas a todas, unidas a Ti." - Madeleine Delbrêl, trabajadora social, mística cristiana y poeta.

"Amen mucho al buen Dios. ¡Es tan bueno! Todo por Él, hagan todo por amor"

Juana se despierta temprano. Como cada día. Y se viste con el áspero hábito desgastado, mientras sus labios recitan una oración en silencio. Atrás quedaron los días de aventura, de abrir nuevas casas donde amar a las personas mayores más pobres, de curar las heridas que la experiencia y las circunstancias han infringido en ellas, de encender una luz en medio de una soledad que amenazaba con arrugarles algo más que la piel. De acompañar su último y definitivo viaje.

Atrás quedaron la cercanía de cuando sólo eran tres o cuatro compañeras. Ahora cientos de hermanitas se dedican a la oración y al cuidado, asumiendo ese cuarto voto de hospitalidad, traducido en acogida y gratuidad infinitas. Ahora ella también es mayor y aunque cansada, siente que todavía puede hacer un esfuerzo más.

Los últimos veinte años los ha pasado en La Tour Saint Joseph, la casa madre y noviciado. Antes, había sido la encargada de mendigar casa por casa para cubrir las necesidades de las personas que atienden. Todo fue idea del padre Le Pailleur, un sacerdote que las apoyó al principio, pero que más tarde quiso relegarla de sus responsabilidades como fundadora y nombró a una Madre General mucho más joven, que pudo manejar a su antojo y así figurar como el creador de la nueva congregación. Juana todavía siente como la mira con desdén cuando llega de visita, pero no se lo tiene en cuenta ni le guarda rencor. Ya le dijo todo lo que le tenía que decir: “Usted me ha robado mi obra. Pero yo se la cedo de buen grado”. 

Sale de la habitación con paso lento y enseguida siente una presencia a su lado. Es una de las novicias, sor Celina, quien le agarra del brazo y la ayuda a caminar hasta la tribuna, en una esquina, donde a ella le gusta sentarse para rezar. Le sonríe agradecida. Echa de menos el trato con las ancianas pobres, pero acepta con verdadero afecto la compañía de las jóvenes novicias. Le agrada contarles sobre los inicios y darles consejos. 


Cuando finaliza la oración de la mañana, Juana todavía se queda un rato más en contemplación. Le alegra saber que más allá del tiempo o de las situaciones vividas, Dios sigue siendo el mismo. El mismo que le sostuvo cuando tuvo que dejar a su familia para emplearse en otro lugar, el mismo que instauró en su corazón la promesa de una vocación diferente, por la que rechazó insistentes propuestas de matrimonio; el mismo que le había dado la fortaleza de salir a pedir para sus pobres el pan de cada día, aunque más de una vez recibiera gritos, golpes e insultos. El mismo Dios que le impulsó aquella noche de invierno a ceder su cama para una anciana mendiga y ciega, siendo aquello un punto de inflexión en su vida. Recordaba ese día con nitidez, así cómo las emociones que le invadieron.

Saint-Servan era un pueblo pesquero cuyas callejuelas aún arrastraban el aliento de la revolución y los grises edificios sudaban humedad y salitre. Aquel día llovía a mares y el frío calaba los huesos. Juana era entonces una mujer recia, de buen porte y mirada transparente, con el típico carácter duro de las bretonas. Volvía a la casa que compartía con una buena compañera, tras todo el día sirviendo en diferentes familias acomodadas.

Poco antes de llegar a su destino, bajo uno de los arcos cercanos al puerto, Juana se cruzó con Ana. Ana era una anciana ciega que ejercía la mendicidad porque ya no se podía dedicar a otra cosa. 

- Pero Ana... ¿qué hace aquí a estas horas?- la saludó Juana- ¡Arriba! Que va a coger un constipado. La acompaño a casa- la animó, ayudándola a levantarse.

Entonces lo sintió. No sabría explicarlo con palabras. Pero fue la certeza plena que durante tantos años había estado esperando. “Es ahora”. Ya no podía seguir socorriendo a pobres y enfermas de forma puntual. Tenía que ser su hermana. Muchas veces había divagado sobre dejarlo todo e irse a vivir a las calles y caminos, pero la llamada fue otra: ella les daría un hogar de verdad y compartiría su pobreza, pero dotándola de dignidad. Y así como lo sintió, lo decidió. Y se llevó a Ana a su casa.

lunes, 26 de julio de 2021

El rincón favorito del jardín

"El corazón de los abuelos late junto al corazón de sus nietos, en la primera luz de cada mañana, en la penumbra del atardecer y en el silencio de la noche.

Ese lazo de amor sublime los mantendrá unidos más allá de todo y no habrá fuerza que pueda romperlo. 

Es un amor mutuo que se retroalimenta continuamente. La felicidad de los nietos es la mejor vitamina para el alma de los abuelos y los abuelos para los nietos son figuras de referencia, fuente de cariño, ternura, mimos… y también de experiencia"


Cuenta la leyenda que un día, la Jardinera estaba cuidando del jardín del corazón humano cuando se fijó en un rincón en el que apenas habían crecido unos brotes de hierba. El jardín era su mejor creación en cuanto a belleza y diseño y no sólo eso, las zonas estaban bien diferenciadas y tenían su funcionalidad. Las parcelas de árboles frutales, plantas medicinales, flores silvestres... incluso una zona para el cultivo de vegetales y hortalizas.

La Jardinera estudió preocupada aquel rincón y durante mucho tiempo le dedicó un mimo especial. Primero, observó el terreno y la trayectoria del sol durante las cuatro estaciones. Limpió y labró la tierra hasta que los callos de las manos dejaron de molestarle, eliminando las malas hierbas y cascotes. Comprobó el sistema de riego y lo mejoró. Cavó una pequeña zanja que convirtió en estanque para que peces de mil formas y especies atravesaran sus aguas cristalinas entre graciosos chapoteos. Por último, mandó traer todo tipo de flores y plantas exóticas, de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur. 

En cuanto los árboles crecieron, las aves del cielo los eligieron para crear hogar en sus ramas y llenar el aire de su canto. Las flores, las más coloridas del gran jardín, esparcían sus aromas por el ambiente y cuando la Jardinera trabajaba en la huerta o recogía los cocos de las palmeras del fondo, el perfume de aquel rincón alcanzaba su afilada nariz, recordándole todo el amor y el esfuerzo que le había regalado a ese pequeño trocito.

Aquel lugar fue la mayor obra de arte de la Jardinera y también su preferida. En el corazón humano ocupa el espacio mágico del amor a los abuelos y a las abuelas del mundo. Un lugar único que nunca deja de crecer y florecer, aunque la ausencia física de nuestras personas mayores nos golpee y nos deje un poco tristes para siempre. Ese rincón jamás dejará de estar vivo dentro de cada nieta. Y no habrá otro pedacito en el corazón capaz de albergar un sentimiento parecido. Sin embargo, todos los recuerdos cosechados en su tierra, las experiencias y aprendizajes obtenidos de su arrugada mano y de su sabiduría sencilla e infinita, se propagan por el resto del jardín, por el resto del alma y por el resto de nuestra vida, haciéndonos mejores.

viernes, 28 de mayo de 2021

Historias de misión

"Son verdaderamente pacíficos aquellos que, con todo lo que padecen en este siglo, por el amor de nuestro Señor Jesucristo, conservan la paz en el alma y en el cuerpo"
(Adm XV)

Hay historias que merecen la pena ser escuchadas una y mil veces. Hoy le tocaba el turno a fray Manolo y a sus andanzas por tierras tan queridas como lejanas. Bueno no: son más que queridas, aunque un charco de nada nos separe. 

Y las fotografías siempre ayudan a iluminar el relato. Las imágenes de las décadas de los 80 y los 90 tienen esa belleza especial de la sencillez de vida, da igual si son de aquí o del otro lado del planeta. Me llama la atención cómo se parecen, desprenden la misma magia.

Medellín se ha desarrollado y ha crecido en estos años. Sin embargo, continúa con su característico paisaje urbano de ladrillo, extendiéndose colina arriba y una gran multitud de personas siguen reuniéndose para celebrar que Dios es bueno. A pesar de las desgracias, como el derrumbe que hubo en Villatina en el 87, en extrañas circunstancias y que acabó con la vida de muchas familias.

Fray Manolo habla con tanto cariño de su experiencia en Colombia que parece que lo está viendo según lo cuenta y yo lo revivo con él a través de sus palabras. Me parece verle subir por la ladera de pendiente infinita, descender hasta la Estrella para ayudar, pararse a hablar con la gente y celebrar los oficios de Semana Santa en la parroquia Hermano Francisco.

jueves, 1 de abril de 2021

Eterna Peter Pan

 
"Nadie me enseñó a vencer al huracán,
ni hacer acrobacias con las palabras para lograr
hablar de lo grande que fue tenerte en mi vida.
Y aprender de ti. Y aprender de ti.
Ahora que soy más fuerte que el metal,
que esquivo las balas en esta guerra sin declarar,
me sobran preguntas, me falta aprender a vivir
recordándote, recordándote."
- Guevara -

Supongo que una se acostumbra a vivir sin despedirse. La gente pasa por nuestra historia y, en algún momento, sencillamente ya no está. Desaparece. 

Pero no logro acostumbrarme a tu no-despedida. A veces, tu recuerdo me oprime tanto el pecho que me salen goteras. Y no puedo enfadarme porque, al menos, tuve la fortuna de conocerte, de llamarte amiga y de ser la tuya. Es más de lo que muchas pueden decir. 

Quizás por prejuicios hacia tu estética de mujer musulmana, hubo quien no te dio la oportunidad, o más bien, debería decir que no se dio el placer de hablarte. Y precisamente, fue ese hiyab negro que ocultaba tu melena pelirroja, lo que me impulsó a acercarme para preguntarte los motivos. Te pedí perdón porque no quería que te sintieras cuestionada o no respetada. Fue en uno de esos bancos próximos a la biblioteca de la universidad. El sol lucía especialmente bonito en esos últimos días del verano ¡Qué época aquella! ¡Cuánta ilusión respirábamos, cuánta ingenuidad y cuántas ganas de comernos el mundo!! 

martes, 9 de marzo de 2021

Marea violeta

" Tu nombre es el mío.
Tu guerra, mi espejo"
- María Ruiz (cantautora) -

Si los hombres y algunas mujeres entendierais el dolor y la impotencia que nos causa a las feministas leer, escuchar, ver o sentir cada día, las violencias que se ejercen hacia las mujeres... 
Las asesinadas, 
Las desaparecidas, 
Las rociadas con ácido, 
Las violadas, 
Las secuestradas, incluso en sus propias casas... 

Quizás entonces comprenderíais esta rabia que nos nace fruto de la injusticia normalizada. De normalizar la violencia hacia nosotras.

En el feminismo no existe la victimización. Al contrario, se pretende el empoderamiento de todas las mujeres. Lo que sí tenemos en cuenta es el término "víctima", que por cierto es un concepto jurídico, que hace referencia a la persona que sufre los efectos de un delito, de manera directa o indirecta.

Por la evidente diferencia de derechos entre hombres y mujeres, 
como la estudiadísima carga de trabajo doméstico, 
los abandonos parentales, las familias monomarentales y la patraña de las custodias compartidas,
la violencia vicaria (¡dejad a la infancia en paz!);
la desigualdad salarial, los techos de cristal, 
la esclavitud sexual que tan divertida os parece; 
los chistes sexistas y el pacto de silencio masculino para cubriros entre vosotros; 
los vientres de alquiler,
la apatía machista para no perder privilegios (nos la suda lo que opinéis, queremos hechos);
la feminización de la pobreza, las críticas ante el incumplimiento de los roles de género, 
la falta de apoyo del poder judicial, 
el gaslighting,
el linchamiento a las mujeres que deciden abortar, cual quema de brujas...

La ablación genital femenina.
La mercantilización y cosificación de nuestros cuerpos.
El acoso y el abuso de poder.
El odio y la misoginia.
El cuestionamiento constante de nuestro talento y nuestra verdad.
El mansplaining (que sí, que me ha dicho tu médico que te diga que sí). 
La desposesión de la tierra y de todo, incluso del propio ser.
La invisibilización en la Historia.
El silenciamento en instituciones como la Iglesia.
La falta de condiciones y salarios peor retribuidos en profesiones esenciales, pero generalmente femeninas.
La exigencia del tiempo y de cumplir con lo establecido: con la maternidad, la suavidad, los roles de género, la imagen perfecta.

Hoy, ni una crisis sanitaria ha frenado esta marcha legendaria.

Avanza, mujer, que tus sueños son mi vuelo.
Aunque hoy estemos de duelo
Mañana gritaremos de euforia,
porque pasito a paso, transformaremos la historia.

Ayer fuimos invisibles.
Hoy, ojalá indivisibles.
Mañana, invencibles.

Así que no te detengas, canta.
No te detengas, planta.
En la esperanza de que ningún bosque creció de una sola semilla,
pero somos unas cuantas.

Tu arte en cada paso me inspira.
Eres mi fuerza, el coraje, la pasión y la ternura.
El palpitante corazón que respira
palabras de libertad sin censura.

Ríe... Que tu risa es cascada y apaga mis fuegos. 
Aprieta los dientes y cierra los puños ante el miedo.
Que sin conocerte, te admiro; y sin hablarte, te quiero.

Me siento en casa en las calles inundadas 
por tu rebeldía y tu rabia morada. 
Estas calles conquistadas son un campo de batalla 
en la rutina mancillada de opresión y competencia.
No somos más esa herencia
engañosa y trasnochada.
No da tregua la violencia
en nuestra historia relegada.

Somos olas y somos mar.
Somos tormenta y vendaval.
Juntas somos mucho más.
Somos vientos de igualdad.

Somos las que buscaron justicia y no la encontraron.
Somos baile, grito y canto.
No más sufrimiento callado,
ni maltrato amordazado.
Somos UNA frente al llanto
de tantas como nos faltan.
Somos locas y estamos hartas.

Soy negra, mulata y gitana.
Soy la bruja que quemaron.
Soy aquella que desata el nudo de su garganta.
Soy resaca de victorias que otras nos alcanzaron.

Soy la niña que quiere ser modelo
o estar siempre entre fogones.
No cuestiones su talento
Y crecerán mil girasoles.

Si viste anchos pantalones
será una súper heroína,
o si le gustan los coches,
o si prefiere la licra.

Soy las "no feministas" que precisan equidad
Las que se reinventan desde cero,
Las que no puedo soportar.
En un abrazo sincero:
anuncio sororidad.

lunes, 11 de enero de 2021

Misiones Franciscanas Conventuales


El curso pasado, las niñas y niños fueron las grandes heroínas de la pandemia, permaneciendo en casa durante el confinamiento y cumpliendo con todas las medidas de seguridad para cuidarse y cuidar de las demás. Además, pudieron seguir estudiando gracias a las nuevas tecnologías y así seguir aprendiendo y creciendo como personas.

Ahora, imagina por un momento que tus circunstancias hubiesen sido otras. Imagina que tu casa es una sola habitación dividida con apenas una cortina que separa cocina y cuarto. Imagina ser niña o niño y sufrir violencia intrafamilar y de género. Imagina que para dar de comer a tus hijas e hijos tienes que salir a vender a la calle diariamente y no poder hacerlo. Imagina que no existan ayudas municipales ni estatales. Imagina no tener acceso a Internet ni los recursos telemáticos para que tus hijas e hijos puedan continuar sus estudios. Imagina vivir lejos de hospitales y centros sanitarios y no contar con los medios para desplazarte… Imagina, por un instante, que vives en Corozal o en las aldeas de los alrededores, en la costa atlántica colombiana. Estas son las realidades que padecen muchas familias en la zona donde los franciscanos conventuales establecieron sus misiones en Colombia.

Desde Misiones Franciscanas Conventuales en España estamos apoyando los proyectos que se iniciaron para paliar las consecuencias de la pobreza en materia de salud y educación, tanto en la infancia como en la tercera edad. Para ello, en el 2003, se creó un comedor social donde cada año aumenta el número de personas atendidas. Actualmente, se proporciona una comida fuerte al día a 150 niños/as y 50 ancianos/as. Unidas al comedor, existen las brigadas de salud que realizan el seguimiento sanitario (análisis, peso, crecimiento…). Con la pandemia, el comedor se ha sustituido por la entrega de lotes de comida a las familias para que puedan subsistir. 

A nivel de educación, en Corozal se realiza un acompañamiento a través del proyecto de refuerzo escolar, aunque desde que comenzó la cuarentena, ha sido reemplazado por un grupo de personas voluntarias que acuden a los hogares para detectar necesidades y realizar funciones de supervisión. Además, los franciscanos, tanto en Corozal como en Medellín, promueven que todas las niñas y niños puedan acceder a la educación de manera igualitaria, dotando del material escolar imprescindible, cuyos gastos son financiados a través de los apadrinamientos desde España (20€/mes). Asimismo, desde Misiones Franciscanas Conventuales apoyamos otros microproyectos, según las necesidades y las demandas que van surgiendo.

El Papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti, nos anima a ser como el buen samaritano, hermanas de todas, dejando a un lado lo que nos diferencia y siendo corresponsables con toda la familia humana. Así, desde Misiones Franciscanas Conventuales queremos invitarte a colaborar con tu oración y con tu aporte material, haciendo un donativo o apadrinando a un niño o niña. Si, además, te interesa participar en el grupo de misiones o en futuros campos de trabajo misioneros en Colombia, nos puedes localizar en las parroquias de los franciscanos conventuales en tu ciudad. 

¡Muchas gracias!


¿CÓMO COLABORAR?

- Donativo (indicando para las misiones en Colombia):

Núm. de cuenta bancaria:
IBAN: ES91 0049 1472 7121 9090 3535 (Banco Santander).

- Apadrinamientos en Corozal o Medellín:

http://misionesfranciscanasofmconv.blogspot.com/p/como-colaborar.htmlhttps://misionesfranciscanas.org/  


- Familia Melodías: con un donativo de 10€ (10 menús en el comedor) te regalamos un disco de canciones infantiles. (https://lafamiliamelodias.bandcamp.com)


- Pinturas misioneras:        https://www.instagram.com/pinturasmisioneras2021/


- Cómic S. Francisco de Asís:  http://www.asiselcomic.com/