miércoles, 9 de noviembre de 2022

Por otras tantas vueltas al sol

 "Para el tiempo que aún reste,
y para el cuándo que quizá le siga, 
quiero pedir, y sueño, 
que en los dominios de mi corazón 
ni la ortiga ni el cardo
encuentren la aridez donde agarrarse; 
que el ánimo, las manos, las palabras 
no se me tiznen nunca gravemente 
o por un tiempo largo, de miseria; 
que haya amor en mi pecho
y que, al sentirlo, todo tiemble en mí
como hoja verde que estremece el aire;
que todavía logren mis oídos 
escuchar las canciones de la vida 
y que mi propio canto 
-cobijo siempre para mí y consuelo- 
se avenga alguna vez a acompañarme. 

Y que mis ojos miren con asombro 
como despunta, tierna y lenta, 
la luz del alba.

- Eloy Sánchez Rosillo -

Hoy es un buen día para echar la vista atrás y reflexionar sobre todo lo vivido. Los acontecimientos son como piezas de puzzle que no siempre tienen sentido. Sin embargo, ahora, desde ese futuro que ya llegó, esas piezas de rompecabezas se van encadenando. Y si las miras con cierta distancia, crean un dibujo lleno de color.

Como si fuera uno de esos crucigramas o juegos de palabras que esconden un mensaje transversal en su interior, también mi historia es atravesada por cuatro letras que parecen tener todas las respuestas y significarlo todo. A-M-O-R.


Hasta las situaciones, relaciones y sueños más absurdos tienen un hueco y una misión. Cada instante que ha rebosado el corazón y cada fracaso. Los recuerdos infantiles que un día, sin previo aviso, retornan a tu mente... Como si una mano invisible ordenara las fichas para escribir a partir de ellas la más bella historia jamás contada. Una historia original y perfecta para una protagonista imperfecta.

A cada paso, me descubro inundada de contradicciones que me enseñan a salir a flote. Soy una romántica, que ha perdido la fe en el romanticismo; una calma ebria de actividad; una ingenua, desconfiada; una hermana menor ciega de violencia y vanidad; una mujer libre con corazón de mimbre.

Albergo sentimientos intensos por individuos a los que apenas conozco frente a la rutina de quienes de verdad quiero. Sin embargo, he aprendido a dejar atrás pequeños amores que me roban tiempo y a dar prioridad a esas personas que son familia sin serlo. Tengo tanta gente dentro... que en los momentos de oración, lagrimean los recuerdos.

La lucha entre la búsqueda de armonía y la necesidad de conflicto, va a acabar conmigo un día de estos. Sufro daltonismo social en un mundo enfermo y veo el paisaje según los colores de mi lienzo. Habito de tantas formas en el centro de mí misma que cuando no me sorprendo, me doy miedo. Ardo siendo hielo y sólo me reencuentro en mi laberinto de deseos. 

Grito en silencio cuando las musas me muerden los dedos y escribo secretos que no digo, pero que pienso. Callo ante lo que no comprendo y no me achanto ante el postureo moderno. De las personas aprendo. Recibo más de lo que merezco. Y todo cuanto amo, con palabras, no lo expreso.

Adivino cenizas entre las letras de un cuaderno y me pregunto si es posible nacer de nuevo. Quiero ser la claridad del cielo, pero me intoxican los nubarrones del invierno. Y me alegro: puede que nunca vuelva a ser lo que estoy siendo.

Cada día despierto mi espíritu aventurero, portador de luces, sombras y anhelos. Hago el intento, caigo, pierdo el talento. Me abrazan fantasmas a los que no rezo y entonces... me recupero y creo. Creo en lo bueno, en lo bello, en lo verdadero y en el afecto sincero que cabe en un verso...

Este es el secreto que he descubierto: alzar la mirada, no centrarme en mí a cada momento, para contemplar un cielo abierto, más allá de mi ombligo y mis desiertos.