miércoles, 12 de septiembre de 2018

La bruja bajo el puente

Una sombra anónima se desliza en la espesa negrura de la madrugada. Una sombra entre tantas otras, sobreviviendo a un frío invierno más. Abandona debajo del puente sus escasas pertenencias, unos cuantos cartones y la bebida que le ayudó a entrar en calor la noche anterior.

Siempre el mismo ritual. Acude a asearse someramente a un baño público y a conseguir algo de papel sobre el que pueda escribir. Hoy tiene suerte. Entra en su librería habitual, cuya propietaria suele apoyarle en sus necesidades, y le regala un cuaderno. Después, regresa a su vida de periferia y soledad para dedicarse a su oficio.

En el barrio, todo el mundo la conoce. He escuchado las leyendas. Las malas lenguas dicen que la vieja es una bruja. Una de esas que vivieron hace cientos de años en las montañas y se refugiaron en cuevas para celebrar sus aquelarres. Y aunque durante el día oculta su poder, cuando anochece sobrevuela los tejados y realiza pócimas con restos de alimañas. Algunos aseguran que la han oído maldecir en un idioma "oscuro".