domingo, 29 de septiembre de 2019

Un oasis al sur de India


India huele fuerte todo el tiempo. A especias, especialmente a curry. Y a algo más que está en el ambiente y se te pega en la piel, en la ropa y acaba metido en la maleta.

India es diversidad religiosa y los múltiples templos. Es Gandhi. Las fortalezas de piedra roja construidas para defender las ciudades. La historia de los mongoles por el subcontinente indio. Es la contaminación acústica y la polución producida por el tráfico. Es un caos de coches, motos y tuc-tucs esquivando baches. ¡Toda una aventura más que recomendable montarse en un rickshaw de pedales en Varanasi!

India son los vendedores ambulantes, la malicia en el regateo, las anécdotas que recuerdas con  humor, el picante, las calles inundadas de gente, las vacas sagradas, los monos, los barracones convertidos en viviendas, los aseos matutinos en medio de las aceras, los dentistas callejeros de dudosa competencia, la elegancia de las indias con sus saris, indios sentados de cuclillas apoyando los talones como si fuese sencillo, ese color de piel tan bonito... sobre todo al sur, más negro y aceitunado.

India es el agobio de pasear por sus calles estrechas entre el calor,  la humedad, el gentío, las miradas de los lugareños y la suciedad. India son las esperpénticas leyendas hinduístas, el sistema de castas y las bodas concertadas, aunque ya no estén tan de moda.

No obstante, India es mucho más que los edificios británicos en perpetua decadencia de Delhi o la ciudad rosa, el paseo en elefante y los palacios de maharajás de Jaipur. India es más que el espléndido Taj Mahal ante el que te quedas hipnotizada... Pero sí es la pobreza del orfanato para niñ@s con discapacidad que las Misioneras de la Caridad tienen en Agra, donde también hay un centro para personas con problemas de salud mental. India es su "namasté" entre risas y su gratitud por una caricia.
La belleza no es un lugar. La belleza es GENTE.
Yo diría que India es Varanasi/Benarés, su centro espiritual. Todo se mueve y palpita con mucha intensidad allí. El río Ganges, los bañistas y sus rituales, las cremaciones, los santones, la miseria... es una ciudad que parece recoger toda India, algo que no puede explicarse a través de las palabras o las fotografías. Varanasi es difícil de vivir, pero impresionante. Al menos para el turista que al final del día tiene un hotel donde descansar.

India no es fácil, pero no puede existir un país más interesante a nivel de pluralidad cultural.


Sabiendo como sé que viajar por viajar no es lo mío y el turismo por el turismo me deja indiferente, aproveché esta oportunidad por un único motivo: la Fundación Vicente Ferrer.