sábado, 25 de mayo de 2019

Derecho a la melancolía

Lo reivindico desde una serenidad plena. 

El derecho a la melancolía. El derecho al fracaso. El derecho a la ignorancia. El derecho a no poder, no saber y no tener. El derecho a la soledad. El derecho a la espera. El derecho al silencio. El derecho a la fealdad. El derecho a la diferencia. El derecho a la imperfección. 

Y frente a estos derechos, las tiranías modernas del bienestar y la euforia; del éxito, del conocimiento, de la omnipotencia, la omnisciencia y la opulencia; de la popularidad y la diversión; de la inmediatez, del bullicio, la imagen, la trivialidad y de la perfección.
La sociedad líquida

Últimamente, no estoy en mi mejor momento. No obstante, mirando cómo me encontraba en años anteriores, se repite y no es extraño: estamos a finales de mayo y necesito unas vacaciones con urgencia. Desfogar toda la tensión acumulada, consecuencia de la responsabilidad que me acarrea el trabajo social... Descansar. 

Además, influyen las preocupaciones por los cambios laborales, la incertidumbre (y la pereza) de las próximas oposiciones, más las situaciones personales y familiares. Soy consciente de dónde viene mi malestar y sí, estoy triste. ¿Y qué? No se acaba el mundo. ¿Quién no lo está de vez en cuando? ¿Quién no ha perdido el apetito sueño por algunas complicaciones de la vida?

"¿Se puede vivir llevando nuestra porción de noche? Sin duda. ¿Se puede aprender a cantar también en las horas sombrías? Creo que sí. Probablemente con melodías más tranquilas, pero igualmente hermosas. ¿Se puede mantener la perspectiva para percibir el propio lugar en el mundo como un lugar bueno, también cuando una se encuentra más desubicada, más herida, más incómoda? También diría que sí."*

Es verdad que existe en mí cierta tendencia a la melancolía y déficits de serotonina difíciles de estabilizar. Pero más allá de eso, hasta que no le puse nombre, lo estaba viviendo con mucho más pesar porque, quieres estar bien (¿y debes?), por ti y por las personas de tu alrededor, pero no puedes. Cargar con la dictadura del "estar bien siempre" o, al menos parecerlo, resulta agotador. No significa que sea una persona infeliz. Creo que la felicidad es "algo" (¿una decisión? ¿un don?) más profundo, suave y cotidiano. ¡Desde luego que soy feliz! Me siento agradecida por todo muchísimas cosas.