A veces, echo la vista atrás y reflexiono sobre mi historia. Los acontecimientos son como piezas de puzzle que no siempre tienen sentido. Mi libertad me ha conducido a momentos geniales y a momentos oscuros. Mi libertad y la propia vida. Sin embargo, ahora, desde ese futuro que ya llegó, esas piezas de rompecabezas se van encadenando. Y si las miras con cierta distancia, crean un dibujo lleno de color.
Como si fuera uno de esos crucigramas o juegos de palabras que esconden un mensaje transversal en su interior, también mi historia es atravesada por cuatro letras que parecen tener todas las respuestas y significarlo todo. A-M-O-R.
Hasta los sentimientos, las situaciones y sueños más absurdos tienen un hueco y una misión. Cada instante que ha rebosado el corazón y cada fracaso. Los recuerdos infantiles que un día, sin previo aviso, retornan a tu mente... Como si una mano invisible ordenara las fichas para escribir a partir de ellas la más bella historia jamás contada, una historia original y perfecta para una protagonista imperfecta. Y es que, incluso lo que en un principio parecían errores, se convierten en pasos necesarios para encontrarte a ti misma.
He descubierto que el secreto está en alzar la mirada y ver más allá de lo que te ocurre en el momento presente, de tu ombligo y tus problemas. La vida está llena de ellos y no hay una única receta para solucionarlos. Las buenas épocas son anclas a las que agarrarnos cuando amenaza tormenta. Y seguramente, los malos tiempos, te preparen para algo mucho mejor. ¿Quién sabe? Las cosas siempre suceden por algo, aunque casi nunca comprendamos el porqué ni el para qué. Nos empujan a seguir buscando, con confianza y firmes en la esperanza. Con los pies bien plantados en el suelo y la mirada permanentemente hacia el Cielo.
¿Te ha pasado alguna vez que te sientes como un héroe y has creído que tal vez, ya has cumplido tu misión? Piensas que el mundo está en tus manos. Todo depende de ti.
¿Has sentido alguna vez que tu vida es un fracaso? Cuando has dado lo mejor, todo resulta al revés. Te has entregado con todo el alma y en tus manos no hay nada.
Hay un secreto que no has descubierto y es la clave del éxito.