martes, 12 de diciembre de 2017

De cuevanos y otros ciudadanos de las aceras

"Dicen que fue en este valle,
el lugar del Paraíso
y que Eva por aquí andaba
con Adán buscando un piso.
Y al no encontrar vivienda,
ni protección oficial,
una cueva en estos montes
se pusieron a excavar.
Ha llegado hasta nosotros
lo que Adán le dijo a Eva:
'Teniendo cueva y contigo
qué me importa a mí que llueva"
                                                                              a. lombardo

Este puente de diciembre ha traído consigo un regalo muy especial por el cual me siento tremendamente agradecida. He pasado una semana en Granada con una comunidad religiosa llamada Hermanitas/os del Cordero, que conocí cuando estudié mi último año de carrera allí. La comunidad se dedica a la oración, pero también se abre a la misión, para ofrecer amistad y acogida a quien la necesite y acepte, especialmente a tantas personas que habitan las periferias de la ciudad. Su lema es "Heridas, no dejaremos jamás de amar" y su carisma se traduce en ser luz en la noche del mundo.

La pobreza contenida entre las cuatro paredes del pequeño monasterio es difícil de llevar y aún más complicada de amar al principio, pero poco a poco te acostumbras al frío y a otras incomodidades. Creo que nunca había echado tanto de menos una ducha, un colchón y una buena calefacción. Sin embargo, esta ausencia de confort es una llamada apremiante a la sencillez y te invita a ponerte en el lugar de tantas personas que duermen en las calles o buscan refugio en las cuevas granadinas. L@s cuevan@s no tienen electricidad ni agua corriente, salvo quienes poseen el lujo de una cueva acondicionada como vivienda. 

Durante estos días, hemos compartido momentos y alimento con todo tipo de personas, de todo origen, creencia y condición. Ha sido una experiencia ensanchante y de enorme riqueza cultural: la convivencia, la unidad en la diversidad, la tolerancia, la alegría, el cuidado, tanta verdad y libertad... La esperanza se hace presente en esos instantes. ES POSIBLE. Es posible cohabitar, cooperar, amar al diferente. Es posible la sintonía, estar en armonía, de corazón a corazón. Porque hay lenguajes que, como la música, son universales.

La gente bonita, más allá del aspecto físico, tiene una mirada llena de bondad, una autenticidad que inspira, una nobleza que atrapa y una inocencia que desborda, de la que ni siquiera son conscientes. La gratitud me inunda. Gracias a las/os hermanitas/os y a esa gente he descubierto que existe una vida en total coherencia con quien soy realmente. Gracias por tantos instantes fraternos: en el Huerto de Carlos, el Mirador de San Nicolás, los jardines del Triunfo, etc. Gracias, gracias, gracias.

Granada es una ciudad preciosa como pocas, bien lo saben l@s turistas que la recorren en todas las épocas del año. Lo que casi siempre ignoran es que lo más bello de la ciudad se encuentra escondido bajo tierra en agujeros en la roca y cerquita del suelo, donde a menudo pasa desapercibido.
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