Una mujer pequeña, encorvada en la acera.
Anochece, la luz se va extinguiendo
y las siluetas se difuminan en la brisa
del otoño.
Y ahí. En medio...
Una mujer de cabello cano y el rostro lleno de pliegues.
Miro lo que mira.
Un insecto volador se mueve por los adoquines sin levantar el vuelo.
Se da cuenta de que la observo.
Señala con el dedo al himenóptero
y ríe, divertida.
Le devuelvo la sonrisa con ternura.
Una anciana plantada en mitad de la acera.
Sosteniendo el peso del mundo.
Admirando la realidad insignificante,
todavía descubriendo la belleza,
incluso en lo deleznable.