viernes, 14 de noviembre de 2014

Segundo noviazgo

A Halima
Estoy agotada y con unas ganas enormes de salir a la calle...

Finalmente, mañana pongo en juego un sueño. Un gran sueño. La suerte está echada: oposiciones de Trabajo Social. No sé si aprobaré o suspenderé, pero soy feliz por estas semanas de preparación, de estudio. ¡He disfrutado como una enana! Ya había olvidado lo que es, en verdad, el Trabajo Social. Me ha reconectado conmigo misma, con mi lado más humano y con lo divino que tengo dentro; con mi esencia. Y es que me siento más identificada como trabajadora social que con cualquier otra característica personal. Es mi definición perfecta. ¡Por fin soy comprendida totalmente: en el TS!!!

Había olvidado que ser trabajadora social es ser cirujana social, maestra de habilidades sociales y hábitos saludables, arquitecta de redes de apoyo, dietista de pensamientos positivos, afinadora en relaciones sociales, vidente de corazones, inspectora de lo oculto, madre para much@s, pieza indispensable en los equipos interdisciplinares; nexo, puente, incluso pegamento para unir lo que parecía roto para siempre; es colchón frente al vacío de la soledad y la indiferencia, perito en casos de violencia de género u otros, psicóloga en la acogida. Es ser bombera ante situaciones de emergencia, albañil de nuevas políticas sociales mejores y adaptadas al medio, modelo para l@s demás profesionales, abogada de l@s excluid@s y de las minorías sin derechos en esta “democracia”; enfermera para curar heridas puntuales, oculista para hacer visible lo que preferimos no saber; barrendera, no para tirar nada a la basura, sino para sacar de debajo de la "alfombra", tanta mierda acumulada; crítica de la realidad, creativa de nuevos proyectos; muchas veces cajera, mera expendedora de recursos (una pena), administrativa y economista cuando hay mucho papeleo y no cuadra el presupuesto. Es ser socorrista en la que depositar confianza para salir a flote. Es ser amiga que acompaña.

Vuelvo la vista atrás y sé que si volviera a nacer, estudiaría lo mismo, una y otra vez si pudiera. Estoy completa y apasionadamente enamorada de esta disciplina, de esta ciencia, de este arte, de esta profesión y de este estilo de vida que saca lo mejor de mí, me ayuda a crecer, vence mis peores temores y acentúa mis capacidades, incluso las más escondidas.

Soy otra. Soy la que siempre me gustaría ser. El Trabajo Social siempre ve el lado positivo de la vida y de las personas, siempre tiene esperanzas en el cambio social a todos los niveles, comprende e incita la rebeldía contra las injusticias y tiene en cuenta la perspectiva de género e intercultural. 

Mientras leía y releía los apuntes sentía un gigantesco ensanchamiento de corazón ante cada idea. Había olvidado por qué disfruté tanto la carrera... y ahora, vuelvo a vivir este segundo noviazgo. No sólo aprendí conocimientos técnicos, recuerdo que tenía la sensación de que el Trabajo Social me iba moldeando y haciendo mejor persona. El Trabajo Social y las personas usuarias, claro, l@s ángeles de las aceras, ancian@s, personas con diversidad funcional, inmigrantes, personas con circunstancias perversas que las colocaban en situaciones de extrema vulnerabilidad y que superaban día a día con una fuerza y un tesón ejemplar. (Es emocionante leer mi trabajo de las prácticas y el proyecto de fin de carrera, se nota que creía sinceramente en lo que estaba haciendo)

¡Cómo me gustaban los debates que se formaban en clase y aprender de mis compañer@s! ¡¡Me encantaría que todo el mundo supiera, leyera... entendiese los problemas sociales, las dificultades, la cultura, la exclusión social desde el TS!!! Los principios de dignidad, igualdad y libertad nos guían; la empatía, la escucha activa, la asertividad, la ausencia de prejuicios y la confianza nos abren camino para buscar soluciones conjuntas.

Los temas más burocráticos, de prestaciones y requisitos, de coordinación y derivación, se hacen más duros, pero ¿cuál es el fin? ¡Ayudar a las personas! ¡¡¡¿Cómo no va a ser motivante estudiarlo??!!!

Y esa adrenalina que te crea el examen... Inolvidable la competición, la lucha, la superación... En justicia, creo que habrá personas mucho más preparadas que yo y ¡con experiencia! (aunque no creo que con mis ganas)... ¿Esperanzas? Por hoy, todavía, me permito soñar a gritos. 

¡Vuelvo a tener grandes deseos! El mundo puede cambiar, ¿lo cambiamos?

 

2 comentarios:

  1. Ojalá hubiera más personas tan enamoradas de su profesión. El mundo os necesita.

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    1. ¡¡Y menos mal que las hay a montones!!
      ¡Gracias por tu comentario!

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