sábado, 24 de diciembre de 2022

Emmanuel

"A los que buscan
aunque no encuentren,
a los que avanzan
aunque se pierdan,
a los que viven
aunque se mueran."
- Mario Benedetti -

Aquel día, víspera de Navidad, comenzó augurando novedades y cambios. El despertador no sonó a la hora indicada, la tostadora no saltó y la caldera decidió que hacía una buena mañana para ducharse con agua fría. Dobby ladraba desde mucho antes de que amaneciera y permaneció nervioso, siguiéndome sin motivo aparente y dando vueltas a mi alrededor. Por si fuera poco, una tormenta huracanada me pilló a medio camino del trabajo y un simple paraguas no fue suficiente para contener su furia. Así que, somnoliento, agitado, helado, mojado y hambriento, llegué al despacho con poca intención de cargar con problemas ajenos. 

Sin embargo, ni siquiera me dio tiempo a verter mi mala baba sobre alguna persona insensata que se atreviera a molestarme desde el otro lado de la mesa. Una llamada cambió mi día, y probablemente mi vida.

Llevaba un año inscrito como familia de acogida, pero nunca había tenido la oportunidad de serlo. Quizás porque priorizaban parejas a personas solas o simplemente, porque no era mi momento. Pero esa mañana de invierno, mi momento llegó con aviso de urgencia y con un nombre muy acorde con las fechas en las que estábamos: Emmanuel. Era un bebé de cuatro meses, de origen senegalés y enfermo, que requería de tratamiento y una serie de cuidados que su madre no le proporcionaba, a quien habían ingresado en una unidad de hospitalización psiquiátrica. Apenas me facilitaron datos de la familia o del menor, pero yo tenía mis contactos... 

La madre de Emmanuel se llamaba Joy, que significa "alegría". Pero Joy había tenido una vida que se podría calificar de muchas maneras, menos como alegre. Era una chica joven. Veintinueve años. Cinco hijos en Senegal. Dos matrimonios forzados con viejos que la esclavizaban. Mamadou iba a ser su tercer marido. Pero la noche previa a la ceremonia, escapó con la complicidad de su abuela y se marchó con un par de amigos que también soñaban con cruzar el mar y llegar a Europa. De aquella huida, hacía más de cuatro años. Nunca supo si sus compatriotas atisbaron tierra europea. Ella no lo consiguió. No se lo permitieron. Los mismos de siempre. Aquellos cuyas vidas son tan miserables que tienen que convertir la de los demás en infiernos terrenales, en pesadillas reales. Podrían esconderse en rostros diferentes, pero ella los reconoció enseguida.

En cuanto le quitaron el pasaporte en una de las fronteras, la única opción que tuvo para sobrevivir fue la prostitución, con la amenaza de que practicarían vudú contra los suyos si no obedecía. La obligaron a recorrer varios países de África y llegó a Italia donde fue explotada en varios clubs, hasta que la llevaron a Valencia, de donde se fugó con otras mujeres nigerianas.

Después, las cosas mejoraron, pero las heridas del corazón ya eran demasiado profundas. Estuvo en varios recursos residenciales para mujeres víctimas de trata, aunque no lograba confiar en nadie. No le interesaba aprender el idioma, se sentía incomprendida, preocupada por la situación de sus hijos en su país. Finalmente, conoció a un hombre con quien compartía lengua materna y cultura. Él la hospedó en su casa y ella volvió a quedar embarazada. Luego, empezaron los episodios psicóticos que la devolvieron a las calles, a residir en el albergue municipal y en otros pisos de mujeres "como ella". Los picos de agresividad y su conducta retadora nunca hicieron una convivencia fácil. Por ello, cuando consiguió ingresos estables de una prestación social, tras el nacimiento de Emmanuel, se fue a vivir a una desagradable pensión, sin derecho a cocina. Por lo menos, mantenía su libertad y a su hijo. No necesitaba nada más.

Con el paso de los meses, le diagnosticaron a Emmanuel una enfermedad, la gota que colmó el vaso. Sin la medicación adecuada conllevaba riesgo de muerte. Pero Joy no se fiaba. Su hijo no mostraba signos de debilidad. Y mientras tanto, las alucinaciones y delirios se hacían cada vez más intensos y extravagantes. 

El día que Joy se quedó en la calle con su bebé porque había decidido no pagar la pensión donde se alojaba, la policía ya había estado en comunicación con los diferentes organismos de protección de menores y sabían cómo debían actuar. No fue fácil hacer frente a una madre a la que le van a quitar a su hijo más pequeño. Se defendió con uñas y dientes. Un instinto de animal salvaje despertó en su interior.

Aquella noche, varias estrellas del cielo se apagaron por la tristeza ante lo terrible y antinatural del suceso. Un acontecimiento, a su vez, tan necesario para el bienestar de un niño enfermo.

Los ojos se me inundaron de lágrimas cuando finalicé la lectura de los informes que me habían enviado. Cuánto dolor. Cuánto sufrimiento generado por otros seres humanos y que continuaba reproduciéndose en otras historias y otras vidas. ¿Cómo combatir la maldad que nace dentro del corazón? ¿Cómo ganar la batalla a ciertas cuestiones culturales sin dañar la sensibilidad de un pueblo?

miércoles, 9 de noviembre de 2022

Más allá del reflejo

 "Para el tiempo que aún reste,
y para el cuándo que quizá le siga, 
quiero pedir, y sueño, 
que en los dominios de mi corazón 
ni la ortiga ni el cardo
encuentren la aridez donde agarrarse; 
que el ánimo, las manos, las palabras 
no se me tiznen nunca gravemente 
o por un tiempo largo, de miseria; 
que haya amor en mi pecho
y que, al sentirlo, todo tiemble en mí
como hoja verde que estremece el aire;
que todavía logren mis oídos 
escuchar las canciones de la vida 
y que mi propio canto 
-cobijo siempre para mí y consuelo- 
se avenga alguna vez a acompañarme. 

Y que mis ojos miren con asombro 
como despunta, tierna y lenta, 
la luz del alba.

- Eloy Sánchez Rosillo -

Hoy es un buen día para echar la vista atrás y contemplar esta pequeña maravilla que es mi vida. Y sonreír a pesar de las heridas. Los acontecimientos son como piezas de puzzle que no siempre tienen sentido. Sin embargo, ahora, desde ese futuro que ya llegó, esas piezas de rompecabezas se van encadenando. Y si las miras con cierta distancia, crean un dibujo lleno de color.

Como si fuera uno de esos crucigramas o juegos de palabras que esconden un mensaje transversal en su interior, también mi historia es atravesada por cuatro letras que parecen tener todas las respuestas y significarlo todo. A-M-O-R.


Hasta las situaciones, relaciones y sueños más absurdos tienen un hueco y una misión. Cada instante que ha rebosado el corazón y cada fracaso. Los recuerdos infantiles que un día, sin previo aviso, retornan a tu mente... Como si una mano invisible ordenara las fichas para escribir a partir de ellas la más bella historia jamás contada. Una historia original y perfecta para una protagonista imperfecta.

A cada paso, me descubro inundada de contradicciones que me enseñan a salir a flote. Soy una romántica, que ha perdido la fe en el romanticismo; una calma ebria de actividad; una ingenua, desconfiada; una hermana menor ciega de violencia y vanidad; una mujer libre con corazón de mimbre.

Albergo sentimientos intensos por individuos a los que apenas conozco frente a la rutina de quienes de verdad quiero. Sin embargo, he aprendido a dejar atrás pequeños amores que me roban tiempo y a dar prioridad a esas personas que son familia sin serlo. Tengo tanta gente dentro... que en los momentos de oración, lagrimean los recuerdos.

La lucha entre la búsqueda de armonía y la necesidad de conflicto, va a acabar conmigo un día de estos. Sufro daltonismo social en un mundo enfermo y veo el paisaje según los colores de mi lienzo. Habito de tantas formas en el centro de mí misma que cuando no me sorprendo, me doy miedo. Ardo siendo hielo y sólo me reencuentro en mi laberinto de deseos. 

Grito en silencio cuando las musas me muerden los dedos y escribo secretos que no digo, pero que pienso. Callo ante lo que no comprendo y no me achanto ante el postureo moderno. De las personas aprendo. Recibo más de lo que merezco. Y todo cuanto amo, con palabras, no lo expreso.

Adivino cenizas entre las letras de un cuaderno y me pregunto si es posible nacer de nuevo. Quiero ser la claridad del cielo, pero me intoxican los nubarrones del invierno. Y me alegro: puede que nunca vuelva a ser lo que estoy siendo.

Cada día despierto mi espíritu aventurero, portador de luces, sombras y anhelos. Hago el intento, caigo, pierdo el talento. Me abrazan fantasmas a los que no rezo y entonces... me recupero y creo. Creo en lo bueno, en lo bello, en lo verdadero y en el afecto sincero que cabe en un verso...

Abro mi caja de Pandora para que salga lo que aún conservo y dudo si permanecer o salir corriendo. Sé que todavía quedan monstruos en mis sueños y sigo prometiéndome que voy a vencerlos.

Lo siento si molesto. No pretendo contar un cuento, no soy bruja ni maestro. Sólo soy ese algo más tras la imagen del espejo.

"Camino entre cristales,
los pies desnudos,
mudo de piel,
soy vagabundo"

Este es el secreto que he descubierto: alzar la mirada, no centrarme en mí a cada momento, para contemplar un cielo abierto, más allá de mi ombligo y mis desiertos.

sábado, 6 de agosto de 2022

Regreso a Colombia 2022

"Sea la Luz un acto humano"
- Antonio Gamoneda - 

¿Cuánto amor del bueno es capaz de asimilar un corazón estándar?

Desde luego que no tanto como el que nos han dado en Colombia. No podría nombrar a todas las personas que hemos conocido y querido en Medellín y Corozal, pero ellas saben quienes son. ¡Gracias por tanto amor!! ¡¡Nos ha desbordado!!


He dejado pasar los días con la intención de centrarme, de bajar de la nube y que las emociones que me han traspasado durante la misión se minimizaran, para poder escribir la experiencia pasándola por el filtro de la razón. Pero no puedo. Tengo la sensación de estar un poquito allá todavía y de que parte de mí jamás volverá del todo.

Regresar a Corozal, en lo particular, no me resulta sencillo. La misión evidencia mi fragilidad y cuán apegada estoy a las comodidades de mi vida. Tal vez por eso, la decisión de unirme de nuevo al equipo misionero no fue una decisión pensada. Fue un impulso. Tenía muchas ganas de ver a la gente a la que he permanecido unida en la distancia... ¡y que sea lo que Dios quiera!


No es fácil comprobar la pobreza y las dificultades que atraviesan muchas personas. ¡Qué necesarios son los proyectos franciscanos! Un faro de esperanza ante situaciones familiares duras, la falta de empleo y de medios económicos para cubrir lo básico; la carencia de recursos para realizar estudios superiores, las viviendas de invasión, la corrupción... Y ves llegar a l@s niñ@s a la obra social, sonriendo, y piensas en su enorme fortaleza, a pesar de ser tan peques. Me desequilibra y me llena de impotencia. La violencia y la injusticia relacionadas con causas estructurales generan consternación. 

Como me horroriza palpar la falta de afecto y de apoyo en much@s menores en cuyos abrazos, que tanto bien nos hacían, se perciben tantas cosas como callan. Es complicado no poder leerles en la mirada lo que sienten o piensan aquell@s de mayor edad, que seguramente están más rot@s, porque ni te miran a los ojos -¡con lo bonitos que los tienen!- y no queda más remedio que creer en lo que cuentan y quererles mucho más, independientemente de que sea verdad o no. Aunque elijan un camino que no les conviene. "Por favor, cuídales Tú", creo que es la oración que más repetí esos días y aún hoy. Confío.

Sin embargo, a pesar de la miseria que nos ha interpelado, la riqueza de Corozal está en su gente, a través de la que Dios se ha hecho presente. Me he descubierto en sus brazos de Padre en los detalles de cariño y cuidado de unos frailes todoterreno, de jóvenes súper disponibles y siempre gamberr@s de cuya compañía disfrutamos; de las personas mayores con mil anécdotas para contar, de l@s colaborador@s de la parroquia y su amistad, de las clarisas de Magangué y su pedacito de paraíso, y de es@s maravillos@s niñ@s que nos han permitido quererles y nos han querido sin juicios.

Las personas en Colombia nos han enseñado que siempre es posible dar más, dar en exceso y que esa entrega puede ser gratuita. Especialmente los frailes, sin quienes la misión no sería posible. No sólo porque nos acogen en su casa y nos soportan, sino porque también nos sostienen. Siempre encontramos una puerta abierta como respuesta a nuestras múltiples peticiones. ¡Cuánta generosidad y paciencia infinita! ¡Han sido para nosotr@s, padres, madres y hermanos! Compartir momentos (¡y risas!) con ellos, nos esponjaba el alma. En Corozal, Medellín ¡y en Bogotá! ¡Qué  regalo  de despedida nos hizo el Señor con esa última tarde tan franciscana en la capital y con semejante concierto que nos ensanchó el corazón! Siento cumplida la promesa de Jesús: “Os aseguro que quien deja casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o tierras por mí o por el Evangelio, recibirá el ciento por uno...”. ¡Tenemos la fortuna de contar con una gran familia al otro lado del océano!

domingo, 17 de abril de 2022

Los ángeles no tienen corazón

...tienen alas...

No hay nada comparable a las primeras veces. La primera vez que vuelas en avión. La primera vez que te bañas en el mar, hundes los pies en la arena y miras el horizonte. La primera vez que ganas algo de dinero por tu trabajo. La primera vez que vas a la universidad. La primera vez que ves esa obra de teatro que te encanta. La primera vez que te tiras en paracaídas. La primera vez que pruebas un cappuccino italiano. La primera vez que contemplas la Sagrada Familia de Gaudí. La primera vez que conoces a alguien y le miras a los ojos, por primera vez...

La primera vez que te vi tenías la mirada de una persona de mil años, como un hombre lleno de invierno. Y un enigma escondido tras la sonrisa. Pero no fue tu aire de perrito abandonado lo que me impulsó a adoptarte. Fue la ingenuidad de tu pensamiento. Tu corazón sencillo, sentimientos laberínticos. Siempre me gustó tu risa contagiosa, esa manera tan especial de querer, camuflada de normalidad; tu capacidad para poner patas arriba mi vida, tus locos -aunque escasos- momentos de espontaneidad contenida. Y tus manos grandes capaces de sostener y abrazar el mundo entero.

Es guay querer a la gente, a todas las personas. Pero es que tú eres querible versión premium. Contigo no existe un plan B: hay que quererte sí o sí. Eres infinitamente más estrujable que el resto de la humanidad. No me entiendas mal: somos como dos gotas que cayeron de la misma nube, pero no pueden ni deben ni quieren compartir el mismo charco. Es bonito saberlo, aunque cuesta vivir solamente la mitad del camino.

¿Cuántas cosas no gritaste y cuántas mentiras dejaste escapar? Admito que yo también me callé los "te quiero". No hay palabras cuando el alma se desborda. Soy un libro abierto muy fácil de leer para tan experto epigrafista.

¡Qué difícil eres cuando te escondes tras trescientos ochenta y siete días! Eres complicado cuando me haces falta. Como si no bastase hacerte memoria en la distancia. Como si no bastase ese pedacito de suelo que ya es nuestro para siempre. Como si no bastase verte en sueños o de vez en cuando, sentir que el viento me trae el eco de tu voz. Bendita inocencia la mía.

martes, 8 de marzo de 2022

Marea violeta


Avanza, mujer, que tus sueños son mi vuelo.
Aunque hoy estemos de duelo
Mañana gritaremos de euforia,
porque pasito a paso, transformaremos la historia.

Ayer fuimos invisibles.
Hoy, ojalá indivisibles.
Mañana, invencibles.

Así que no te detengas, canta.
No te detengas, planta.
En la esperanza de que ningún bosque creció de una sola semilla,
pero somos unas cuantas.

Tu arte en cada paso me inspira.
Eres mi fuerza, el coraje, la pasión y la ternura.
El palpitante corazón que respira
palabras de libertad sin censura.

Ríe... Que tu risa es cascada y apaga mis fuegos. 
Aprieta los dientes y cierra los puños ante el miedo.
Que sin conocerte, te admiro; y sin hablarte, te quiero.

Me siento en casa en las calles inundadas 
por tu rebeldía y tu rabia morada. 
Estas calles conquistadas son un campo de batalla 
en la rutina mancillada de opresión y competencia.
No somos más esa herencia
engañosa y trasnochada.
No da tregua la violencia
en nuestra historia relegada.

Somos olas y somos mar.
Somos tormenta y vendaval.
Juntas somos mucho más.
Somos vientos de igualdad.

Somos las que buscaron justicia y no la encontraron.
Somos baile, grito y canto.
No más sufrimiento callado,
ni maltrato amordazado.
Somos UNA frente al llanto
de tantas como nos faltan.
Somos locas y estamos hartas.

Soy negra, mulata y gitana.
Soy la bruja que quemaron.
Soy aquella que desata el nudo de su garganta.
Soy resaca de victorias que otras nos alcanzaron.

Soy todas las esclavas de la demanda ajena.
¡Qué le jodan al proxeneta 
y al macho de la caverna!