sábado, 6 de agosto de 2022

Regreso a Colombia 2022

"Sea la Luz un acto humano"
- Antonio Gamoneda - 

¿Cuánto amor del bueno es capaz de asimilar un corazón estándar?

Desde luego que no tanto como el que nos han dado en Colombia. No podría nombrar a todas las personas que hemos conocido y querido en Medellín y Corozal, pero ellas saben quienes son. ¡Gracias por tanto amor!! ¡¡Nos ha desbordado!!


He dejado pasar los días con la intención de centrarme, de bajar de la nube y que las emociones que me han traspasado durante la misión se minimizaran, para poder escribir la experiencia pasándola por el filtro de la razón. Pero no puedo. Tengo la sensación de estar un poquito allá todavía y de que parte de mí jamás volverá del todo.

Regresar a Corozal, en lo particular, no me resulta sencillo. La misión evidencia mi fragilidad y cuán apegada estoy a las comodidades de mi vida. Tal vez por eso, la decisión de unirme de nuevo al equipo misionero no fue una decisión pensada. Fue un impulso. Tenía muchas ganas de ver a la gente a la que he permanecido unida en la distancia... ¡y que sea lo que Dios quiera!


No es fácil comprobar la pobreza y las dificultades que atraviesan muchas personas. ¡Qué necesarios son los proyectos franciscanos! Un faro de esperanza ante situaciones familiares duras, la falta de empleo y de medios económicos para cubrir lo básico; la carencia de recursos para realizar estudios superiores, las viviendas de invasión, la corrupción... Y ves llegar a l@s niñ@s a la obra social, sonriendo, y piensas "Est@s pela@s son más fuertes de lo que yo lo seré nunca". Me desequilibra. No sé cómo reaccionar. Pero me mata y me llena de impotencia. La violencia y la injusticia relacionadas con causas estructurales me consternan.

Como me horroriza palpar la falta de afecto y de apoyo en much@s menores en cuyos abrazos, que tanto bien nos hacían, se perciben tantas cosas como callan. Es complicado no poder leerles en la mirada lo que sienten o piensan aquell@s de mayor edad, que seguramente están más rot@s, porque ni te miran a los ojos -¡con lo bonitos que los tienen!- y no queda más remedio que creer en lo que cuentan y quererles mucho más, independientemente de que sea verdad o no. Aunque elijan un camino que no les conviene. "Por favor, cuídales Tú", creo que es la oración que más repetí esos días y aún hoy. Sólo queda confiar.

Sin embargo, a pesar de la miseria que nos ha interpelado, la riqueza de Corozal está en su gente, a través de la que Dios se ha hecho presente. Me he descubierto en sus brazos de Padre en los detalles de cariño y cuidado de unos frailes todoterreno, de jóvenes súper disponibles y siempre gamberr@s de cuya compañía disfrutamos; de las personas mayores con mil anécdotas para contar, de l@s colaborador@s de la parroquia y su amistad, de las clarisas de Magangué y su pedacito de paraíso, y de es@s maravillos@s niñ@s que nos han permitido quererles y nos han querido sin juicios.

Las personas en Colombia nos han enseñado que siempre es posible dar más, dar en exceso y que esa entrega puede ser gratuita. Especialmente los frailes, sin quienes la misión no sería posible. No sólo porque nos acogen en su casa y nos soportan, sino porque también nos sostienen. Siempre encontramos una puerta abierta como respuesta a nuestras múltiples peticiones. ¡Cuánta generosidad y paciencia infinita! ¡Han sido para nosotr@s, padres, madres y hermanos! Compartir momentos (¡y risas!) con ellos, nos esponjaba el alma. En Corozal, Medellín ¡y en Bogotá! ¡Qué  regalo  de despedida nos hizo el Señor con esa última tarde tan franciscana en la capital y con semejante concierto que nos ensanchó el corazón! Siento cumplida la promesa de Jesús: “Os aseguro que quien deja casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o tierras por mí o por el Evangelio, recibirá el ciento por uno...”. ¡Tenemos la fortuna de contar con una gran familia al otro lado del océano!

No me quiero olvidar del gran equipo de compañer@s. Estoy segura de que cada un@ ha recibido lo que precisaba y que por algún motivo hemos coincidido. Gracias por ser un pilar fundamental. Gracias por cuidarme, sobre todo en la enfermedad, ¡conseguisteis que la padeciese con tal calma y confianza que no pude ni echar de menos las atenciones maternas! Gracias por vuestra paciencia, alegría y bondad. Ojalá todo el mundo fuese como ustedes. Porque más allá de nuestras diferencias, hemos mantenido una convivencia fraterna muy bonita. ¡Os quiero mucho! 

Ninguna experiencia es igual a otra y no se experimenta de la misma manera, pero reconozco que este año he vivido la misión con más paz interior, aprovechando cada instante como único e irrepetible. Quizás porque las circunstancias que me rodean son distintas a las de la ocasión anterior. He sido más consciente y he visto al Señor acompañándome en cada momento. Con Él todo es mejor. ¡Gracias por estar!

Algunas personas me dicen que soy muy insistente para que se colabore con las misiones franciscanas, pero, ¿quién que tenga un hermano o hermana en una situación de escasez no mueve cielo y tierra para ayudarle? Ojalá pudierais ver con vuestros ojos y sentir en vuestra piel la realidad herida de Colombia. Ojalá alcanzar a más familias y paliar más necesidades, porque se lo merecen. ¿Cuántas veces se tiene la oportunidad de apoyar unos proyectos con la certeza plena de que lo que se envía desde España llega directamente? Aquí toda la info.

En estas semanas allá, fray Leo nos decía que se veían más sonrisas de lo habitual en la Obra Social Santa Clara, pero yo estoy convencida de que sólo fueron siete más, las de estos “misioneros” que retornamos a casa desbordados de amor y agradecimiento ¡y con la ilusión de seguir trabajando por las misiones!

"A cambio de mi vida nada acepto,
aunque sepa -y bien que eso me duele-
que no siempre es el justo el encumbrado.
La luz es un oficio fugitivo,
impenitente en su aversión al óxido.

Que nada nos detenga. La llamada
del infinito debe obedecerse.
Soberana inquietud que nos animas,
enséñanos a merecer el néctar
de estos días que nos tocan. Muéstranos
un modo de luchar contra el vacío
de este dulce interludio. Que la fe
en la alegría posible no abandone
ni la razón despierta ni el recuerdo.

Yo soy mi propio riesgo. Doy por cierta
la sed de infinitud que me espolea.
ANTE EL PLACER DE RESPIRAR ME POSTRO.

No hay verdad más profunda que la vida."
- Raquel Lanseros -

8 comentarios:

  1. Siempre es grato verles, para nosotros en Colombia nunca sobran agradecimientos por todo lo que hacen posible, ver su bondad nos recuerda la existencia misma del evangelio. Un abrazo de paz y bien.

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  2. Natalia! veo que has estado por Colombia, qué bien...pero me preocupa a ver si has estado enferma? Te encuentras ya bien?

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    1. Paz y bien, Mary!! Nada grave!! Forma parte de la aventura!!😂😂 Estoy como nueva!!
      Te tengo que whatsappear!!

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  3. Muy buena reflexión.Te diría de ampliar ese mundo de pobreza de tantos lugares donde no es necesario nombrar el carisma sino nombrar a Jesús que es quien nos muev a todos . Los olvidados de África,Asia....

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    1. Gracias!! Es cierto que existe la desigualdad en todo el mundo. He contado mi experiencia. El carisma no te encierra, pero si ayuda a concretar. Una quisiera colaborar con muchas cosas y quedarse sin hacer nada por no poder llegar a todo.

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  4. Fantástica experiencia la que has vivido. Esto me recuerda que hemos venido a servir, pero resulta que sirviendo, recibes el ciento por uno.
    Seguro que vuelves...

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