lunes, 26 de julio de 2021

El rincón favorito del jardín

"El corazón de los abuelos late junto al corazón de sus nietos, en la primera luz de cada mañana, en la penumbra del atardecer y en el silencio de la noche.

Ese lazo de amor sublime los mantendrá unidos más allá de todo y no habrá fuerza que pueda romperlo. 

Es un amor mutuo que se retroalimenta continuamente. La felicidad de los nietos es la mejor vitamina para el alma de los abuelos y los abuelos para los nietos son figuras de referencia, fuente de cariño, ternura, mimos… y también de experiencia"


Cuenta la leyenda que un día, la Jardinera estaba cuidando del jardín del corazón humano cuando se fijó en un rincón en el que apenas habían crecido unos brotes de hierba. El jardín era su mejor creación en cuanto a belleza y diseño y no sólo eso, las zonas estaban bien diferenciadas y tenían su funcionalidad. Las parcelas de árboles frutales, plantas medicinales, flores silvestres... incluso una zona para el cultivo de vegetales y hortalizas.

La Jardinera estudió preocupada aquel rincón y durante mucho tiempo le dedicó un mimo especial. Primero, observó el terreno y la trayectoria del sol durante las cuatro estaciones. Limpió y labró la tierra hasta que los callos de las manos dejaron de molestarle, eliminando las malas hierbas y cascotes. Comprobó el sistema de riego y lo mejoró. Cavó una pequeña zanja que convirtió en estanque para que peces de mil formas y especies atravesaran sus aguas cristalinas entre graciosos chapoteos. Por último, mandó traer todo tipo de flores y plantas exóticas, de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur. 

En cuanto los árboles crecieron, las aves del cielo los eligieron para crear hogar en sus ramas y llenar el aire de su canto. Las flores, las más coloridas del gran jardín, esparcían sus aromas por el ambiente y cuando la Jardinera trabajaba en la huerta o recogía los cocos de las palmeras del fondo, el perfume de aquel rincón alcanzaba su afilada nariz, recordándole todo el amor y el esfuerzo que le había regalado a ese pequeño trocito.

Aquel lugar fue la mayor obra de arte de la Jardinera y también su preferida. En el corazón humano ocupa el espacio mágico del amor a los abuelos y a las abuelas del mundo. Un lugar único que nunca deja de crecer y florecer, aunque la ausencia física de nuestras personas mayores nos golpee y nos deje un poco tristes para siempre. Ese rincón jamás dejará de estar vivo dentro de cada nieta. Y no habrá otro pedacito en el corazón capaz de albergar un sentimiento parecido. Sin embargo, todos los recuerdos cosechados en su tierra, las experiencias y aprendizajes obtenidos de su arrugada mano y de su sabiduría sencilla e infinita, se propagan por el resto del jardín, por el resto del alma y por el resto de nuestra vida, haciéndonos mejores.